Contraer o relajar, esa es la cuestión en el suelo pélvico y a veces cuesta saber si se debe hacer la una o la otra.
En la sociedad de la tonificación por la tonificación todo tiene que estar fuerte, terso y turgente. Pero aquí hablamos de vaginas, vulvas, clítoris, anos, escrotos y penes, de zonas mucosas, con su musculatura, su tejido conjuntivo, estructuras óseas… todo ello funcionando armónicamente para realizar sus funciones. Pero ¿cuáles son sus funciones y cómo sé lo que tengo que hacer?
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¿Cuáles son las funciones del suelo pélvico?
La principal función de las estructuras del suelo pélvico es de sostén. No tiene forma de hamaca, como erróneamente se dice, sino que está más elevado cuando tiene ese tono óptimo para poder sujetar al útero, a la vejiga y al recto.
Que todas las funciones que tienen que ver con estos órganos se realicen en parte de forma correcta tiene que ver con aquello de contraer y relajar. La continencia, que los órganos no desciendan, y una correcta defecación pasan porque estas estructuras trabajen de forma efectiva.
La función sexual o, mejor dicho, la función de placer es también parte contratante. No solo importa el tono muscular, sino también la lubricación, la sensibilidad en clítoris, que la zona vaginal perciba –no en todas las zonas de vagina se percibe igual; a mayor profundidad, menor número de terminaciones nerviosas– y se contraiga y relaje para generar esas ondas de placer durante la excitación y el orgasmo.
El aparato genital aparece en el atlas de anatomía, así que vamos a pasar despacito por encima de la reproducción, dejándola como elección personal y mentando que es interesante tener un buen estado de la musculatura para ello.
¿Contraer o relajar?
Lo de contraer y relajar tiene que ver con el tono muscular, que es en sí esa contracción muscular que tenemos de base, aquella que tiene que darse de manera permanente y en diferentes zonas corporales. En los genitales también.
Si este tono es excesivo, lo llamamos hipertonía, y puede generar dificultades como la dispareunia (dolor en las relaciones eróticas), vaginismo (espasmos musculares en vagina con dolor impidiendo penetración de cualquier tipo), estreñimiento, complicaciones en el vaciado de la vejiga, dificultades en la erección y el orgasmo, problemas en esfínteres, e incluso, incontinencia urinaria.
Esta hipertonía no solo se produce en suelo pélvico, puede ir afectando a todo el complejo abdomino-lumbo-pélvico generando compensaciones, de ahí la importancia de visitar a tu fisio de suelo pélvico y aprender a relajar las estructuras. Disponemos de varias herramientas para ello, y si se encuentra dolor en otra zona, también hay que intervenir para no entrar en un círculo vicioso de dolor.
¿Cómo puedo relajar esta zona?
Lo primero es notar si sabes hacerlo por ti misma, aunque muchas veces se necesita ayuda externa. Una opción es introducir levemente un dildo o un vibrador de poco diámetro (sin encender) en la vagina o un tubo de pyrex, por ejemplo, y contraer y relajar con él dentro y ver la amplitud de ese movimiento. Puede ocurrir que podáis relajar del todo o pareceros que os quedáis a medias; también podéis sentir si al contraer o relajar se os agota la musculatura o si tirita o, incluso, puede que no notéis nada. En otras zonas, es más sencillo de corroborar, pero en esta es más complejo. Si usas tu propio dedo puede que lo percibas peor ya que es tu propio cuerpo y no tenemos la misma percepción a nivel cerebral, pero es más cómodo.
Para relajar, puedes aprovechar ese movimiento acompañando el diafragma para sentir la zona y soltarla más. Pon una mano en tu pecho y otra en la zona de monte de Venus para percibir mejor. Hay técnicas de relajación y sofrología que te puede enseñar tu fisio, también el masaje de perineo, o puedes ir a consulta y trabajarlo, dependerá del grado y de cada caso.
¿Y contraer?
Si el tono del suelo pélvico está debilitado, podemos sufrir de incontinencia urinaria, dificultades en la defecación, sensaciones inhibidas de placer, dificultades en el orgasmo, prolapso (descenso o caída) de los órganos pélvicos y dificultades de vaciado de vejiga y en la contracción de esfínteres.
Para explicarte cómo contraer, utilizamos expresiones simples para guiarte: «como si aguantaras un pedete», «solo vagina y ano», «solo ano»… Bien, pero cuando aguantamos un pedete, a veces contraemos como si no hubiese mañana. De otro lado, ¿sabes contraer solo la vagina o solo el ano? ¿Y los dos a la vez? Aunque parezca mentira, esto puede resultar muy complicado para muchas personas.
Para facilitar la contracción del suelo pélvico, puedes hacer como que contienes ese gas, es decir, hacer como que cierras la entrada de la vagina o del ano, pero sin ayudarte con los glúteos, el abdomen o las piernas. A veces, tendremos que recibir ayuda en estas zonas, sobre todo al principio si estamos muy débiles. Por ejemplo, tras una cirugía o un parto. Ir a paso a paso es necesario. El trabajo de suelo pélvico tiene que avanzar de forma progresiva y respetando los ritmos que marque tu propia musculatura.
Para percibir si estás contrayendo, puedes respirar profundo y soltar el aire lentamente y de manera sostenida. Luego, se pueden realizar contracciones más rápidas, más lentas o más sostenidas, más o menos fuertes, pero lo primero es aprender a contraer sin que nos ayude el resto del cuerpo, ¡ni las cejas!
Como dicen los medicamentos, a veces se necesita la valoración y colaboración de un profesional, pero esperamos que estas pequeñas pautas sirvan para saber los porqués y los paraqués de estas contracciones y relajaciones.