La noticia importante no es lo que haya triunfado la libertad en Madrid. O que se haya acabado el Estado de Alarma y ahora estemos más alarmados que antes, si cabe, porque el virus sigue ahí, pero nadie nos vigila al estilo Big Brother para controlar si vamos a cambiar de provincia o de zona de salud básica: es decir, tenemos libertad, mucha, pero ahora no sabemos qué demonios hacer con ella… No, nada de eso es la noticia. La noticia, amigos, es que por fin se venden bragas para hombres en nuestro país. Y eso, como diría un amigo periodista que gustaba de ir a clubs sadomaso, eso «es una gran cosa».
Sí, queridos todos (en masculino porque me refiero a vosotros, amados hombres que me leéis), ya podéis comprar bragas y no tenéis que disimular sisando las de vuestras parejas, que sabemos que sois vosotros los que nos hacéis desaparecer las bragas y luego os las ponéis y hacéis movimientos lascivos frente al espejo. Cerdacos que sois unos cerdacos, que las bragas no se comparten. Ahora ya podéis tener vuestras propias bragas sin necesidad de robarlas.
Mi amiga Pris me ha descubierto estas bragas, en diversas tallas y colores, que comercializa Lidl y me quedé maravillada: la cadena alemana de supermercados low cost ha hecho más contra el patriarcado con un simple paquete de bragas que las soflamas del lenguaje inclusivo de ese ministerio español que usted me dice. Patriarcado cero, Lidl uno, feminismo en horas bajas…
Las venden como muy cómodas, en paquetes de tres y en varias tallas, de diferentes colores: puedes comprar, por ejemplo, bragas rojas para que la entrada en 2022 te sea generosa en bienes y en salud… aunque bien que nos las pusimos a finales de 2019 y mira cómo fue el 2020, ¿eh?
En cuanto a tejidos, son de algodón porque, según reza la publi, «aporta gran comodidad». Mari, o sea, es que no se les puede poner ni una sola pega. Como detalle extra desearía que ese algodón fuera ecológico y, conociendo la afición por lo eco de los germanos, casi estoy segura de ello: algodón sin pesticidas, suavecito y puro para que vuestras pollas y huevillos estén, nunca mejor dicho, entre algodones. Madre mía qué prosa tengo y eso que son las tantas de la noche…
El paquete viene incluso en italiano, que ya me vuelvo loca, con lo erótico que es este idioma: piacevoli da indossare grazie all’alta percentuale di cotone… Me da igual lo que signifique porque me corro solo de escribirlo, así os lo digo. Sí, es cierto que yo hubiera añadido algo tipo: bragas para hombres no sometidos al yugo de masculinidades tóxicas pero es que ya no había caja donde imprimir más texto y, de ponerlo, no se hubiera visto entonces el paquete del modelo que lo publicita. Y del modelo quería hablaros también, ya que estamos.
La cadena, no contenta con haber dejado el patriarcado a la altura de los suelos, en la misma operación se manifiesta, tajantemente, en contra de la belleza normativa porque el mozalbete que sirve de modelo de bragas está fondón. Se ha comido un buey relleno de buey, como diría una amiga que dejó de serlo (y casi hay que agradecerle que desapareciera porque era una falsa, nótese que no hay rencor). El señor, barbudo, tiene tripa, mucha y no ha visto un gimnasio en su vida, Hulio. ¿Y qué?: él es feliz así, con sus bragas.
Sí, amigas: se acabaron las masculinidades tóxicas y los cuerpos normativos. Nunca una cadena de supermercados mainstream, a la que va tanto tu vecina del quinto, como el catedrático de Física Cuántica de la Uni ha hecho tanto por normalizar cuerpos masculinos con tripa y tetas. Y me parece fetén, y más a las puertas del verano, que ya sabemos todos, todas y todes que llegamos tarde a la operación bikini: viva el mollete, el michelín y la lorcilla. Sin exagerar, tampoco tenemos que ponernos como el muñeco Bibendum pero ya está bien de esa tiranía de los cuerpos Danone, perfectos, que los ves en las publis de las revistas que hojeas en la peluquería o en los anuncios de la tele Y TE DEPRIMES. Porque tú y yo tenemos ya alguna lorza (o muchas), las tetas caídas y celulitis en los muslos. Y tu vecino y tu jefe hace tiempo que no se ven la polla porque la barriga se lo impide… ¿y qué? Ahora, por lo menos, la llevarán recogidita en unas cómodas bragas.
Todas estas lecturas he hecho tras recibir la captura del paquete de bragas de Pris. No digo más que se la mandé a mi ex y le pregunté si quería unas por su cumple. Me dijo que no, que prefería un taladro… él siempre ha sido muy normativo en los roles, qué le vamos a hacer.
Es más, compartí la imagen en el grupo de padres y madres del cole porque ya está bien de hablar solo de extraescolares, del menú del día y de los mocos: hablemos de bragas, ¿por qué no? Varios mostraron interés, no me sorprende y me pidieron que, por favor, si pasaba al lado de un Lidl, les comprara varios paquetes porque tenían pinta de comodísimas y sin costuras. «Seguro que no me van a apretar», dijo uno (este es el que tiene la picha más corta, me apuesto un dedo, y por eso va fardando).
Dejé lo que estaba haciendo, o sea, escribir un tema sobre trucos para que los plátanos no se te pongan pochos que, a ver, tampoco se iba a llevar el Pulitzer, y para el Lidl que me fui. No entiendo cómo no había colas para comprar las bragas como sucedía antes con el Monsieur Cuisine ese que ya no pueden vender y que ahora si lo tienes eres como un chef del lado oscuro. Creo que es porque justo acaban de arrancar con la venta y estas cosas necesitan de un tiempo, tampoco pretendamos barrer con siglos de heteropatriarcado en dos horas. Ya que fui a por las bragas (12 paquetes), compré queso francés, una desbrozadora, un gato para el coche, tres almohadillas para la zona lumbar y un juego de hachas: era la semana del asesino en serie, parece ser. Y los asesinos también llevan ropa interior.
Seamos machos, hablemos del miedo a volar, dijo en un artículo el gran Gabriel García Márquez. Fijo que, de vivir en estos tiempos, hubiera dicho: seamos machos, comprémonos unas bragas del Lidl.