Suele decirse que «tres son multitud», aunque hablar de un trío puede resultar muy atractivo en el ámbito liberal o si se trata de incluir un vibrador en la cama. Pero cuando el tercer elemento de esta ecuación no es un objeto sexual, sino un niño que no deja a sus padres ni a sol ni a sombra, entonces la cosa cambia.
Y es que, por mucho que queramos, la llegada de un hijo suele afectar a las relaciones sexuales. ¿Cómo enfrentarse a ello? ¿Es posible mantener la intimidad en la pareja después de tener hijos?
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El dilema de ser padres
Nuestra sociedad aún proyecta que las parejas (sobre todo las de larga duración) desean tener hijos. Sin embargo, esto es una decisión que, desde luego, no todas toman y, las que sí, deberían tomarla de manera meditada y consensuada.
Cuando iniciamos una relación, y con el paso del tiempo, se establece el compromiso de construir una vida juntos, es necesario conversar sobre el deseo de cada uno sobre tener hijos… ¡o no! En efecto, cabe la posibilidad de que uno de los dos no quiera tener descendencia, por ello es importante no dar nunca nada por sentado. De hecho, hoy en día son cada vez más el número de parejas que deciden optar por esta vía.
Aún en el caso de estar de acuerdo sobre querer tener hijos, hay que tener en cuenta que esto no siempre es posible. Pueden existir problemas de infertilidad o si se trata de una pareja homosexual, habría que recurrir a otras opciones.
Un hijo no soluciona los problemas de pareja
Algunas parejas que se encuentran al borde de la ruptura piensan que tener un hijo puede servir para unirlos de nuevo. Esto es un gran error: un hijo no soluciona los problemas, sino que añade más a la pareja.
Prueba de ello puede ser perfectamente el tema que estamos tratando, el de las relaciones sexuales. Porque sí, es un hecho que la llegada de un hijo a menudo disminuye la calidad y cantidad de relaciones sexuales. No solo porque es difícil encontrar el momento oportuno, sino por la multitud de cambios que se producen en la vida de la pareja.
¿Es incompatible mantener relaciones sexuales y tener hijos?
Aunque pueda parecerlo, en principio, no es incompatible ser padres con mantener una vida sexual intensa en pareja. Dado que la cantidad de sexo es lo primero que se ve afectado, tal vez deberíamos poner el acento en la calidad de los encuentros íntimos más que en el número de estos.
Es posible que la llegada del bebé a casa, el cansancio, los cambios y las obligaciones que todo ello supone provoquen una menor apetencia sexual. Probablemente hará falta un tiempo para recuperar las relaciones, pero que el sexo no sea como antes no significa que desaparezca. La intimidad puede volverse más sosegada en la pareja, a modo de cariños, besos, masajes o cualquier tipo de muestras de afecto y erotismo.
Poco a poco, es necesario ir buscando ciertos momentos de intimidad, por ejemplo, aprovechando alguna siesta de los niños. A veces no hace falta llegar al coito, simplemente puede ser una oportunidad de descansar abrazados, darse unos arrumacos o hacer manitas.
Las noches suelen ser los momentos más tranquilos para las relaciones sexuales, sobre todo si se acostumbra a los niños a dormir temprano y no estamos demasiado cansados.
Por otra parte, dejar a los niños de vez en cuando con los abuelos, si es posible, también ayuda a sumar tiempo de intimidad en la pareja y poder preparar estos con más mimo y dedicación.
Educando a los hijos
Cuando la familia crece y dejan de ser dos en la relación, puede ser positivo establecer una serie de pautas que sirvan para mantener no solo las relaciones sexuales en la pareja, sino también nuestro propio erotismo. A continuación, os dejo algunos consejos:
- Enseñar a nuestros hijos desde pequeños el concepto de intimidad. De esta forma, según vayan creciendo irán aprendiendo a respetar los momentos íntimos de la pareja.
- Evitar que se acostumbren a dormir en la cama de sus padres. Si es posible hay que intentar que duerman solos en su cuarto desde pequeños.
- Explicar a los hijos que si la puerta del dormitorio o del baño está cerrada significa que hay que llamar siempre antes de entrar y pedir permiso.
- Relacionar la hora del baño como una rutina no solo de higiene, sino también como un momento de relajación, placer y toma de conciencia de nuestro cuerpo. De manera que ese aprendizaje por parte del pequeño nos dé la oportunidad de disponer de un espacio de intimidad propio.