En la primera entrega de este artículo nos preguntábamos ¿Qué sería del sexo sin heridas de guerra? y describíamos algunas situaciones más o menos típicas que son, al tiempo, muy divertidas para compartir entre amigos. Por el contrario, en este vamos a tratar lesiones más serias que, si te pasaran, probablemente no querrías divulgar. Y es que hay dolencias que únicamente se deben contar al médico y a la pareja, y otras situaciones de las que solo se puede hablar con gracia… ¡si las han vivido otros!
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Las lesiones sexuales más raras
Ejemplo: mientras lo hacían estilo perrito, Jen Gerakaris (de 50 kg de peso) preguntó a Greg Casarona (de 150 kg y virgen hasta ese instante) por qué había interrumpido el coito, animándole a continuar con la penetración. Sin embargo, Jen sólo le impelía desde un estado semiconsciente pues, tras una de las embestidas del fornido Greg, su cabeza había roto la pared, luego de atravesar el cabecero de la cama. El sexo la llevó a urgencias… fue el título de este episodio relatado en la televisión estadounidense.
Tampoco es necesario contar a todo el mundo que una serpiente te mordió el miembro viril cuando estabas en un servicio público. Y, desde LELO, tampoco aconsejamos prácticas onanistas como la que obligó a bomberos y cirujanos en Granada a salvar un pene que había sido introducido en un tubo de dos centímetros de diámetro, provocando que sólo el glande llegase adquirir una longitud de ¡doce centímetros! Únicamente, gracias la rapidez y destreza de aquellos profesionales se evitó la amputación del miembro.
Como decíamos, hay momentos que es mejor no vivir. Y si desafortunadamente los vives, quizás es preferible guardarlos para tu médico y tu pareja.
En esta segunda entrega, te recomendamos qué contar a tu ser querido y qué consultar con tu doctor.
Las lesiones sexuales más comunes, pero para tomárselas en serio
1. Cualquier lesión que pueda ser infecciosa
Desde los clásicos hongos hasta herpes y otras ETS son motivos de conversación reservados, en primera instancia, a tu médico y a tu pareja. Y una vez que se adquiera información suficiente, también puede ser el contenido de debate con amigos, por si acaso tampoco creen en la gran eficacia de los condones. ¡Mucho cuidado cuando lo hagas en el mar o en la piscina! Si lo estás planeando, por favor, lee antes este artículo de Brenda B. Lennox sobre cómo tener sexo en el agua.
2. (Otros) daños físicos menores
La hinchazón de los labios vaginales o un glande despellejado tras el coito no son temas ideales para un coloquio. Mejor decírselo a tu pareja y pasar la tarde en el cine.
3. Fractura del pene
Si no lo sabías, hay muchas probabilidades de fracturarse el pene en 2 posturas muy comunes. Así que, no añadas riesgos innecesarios… Aunque encuentres por Internet a un tipo que se hace llamar Flint y está encantado con su rotura de pene, te podemos asegurar que sentirás dolor con tan solo leerlo. De hecho, puedes comprobarlo con el vídeo de un luchador de artes marciales mixtas, en el que cuenta en primera persona cómo acaeció su fractura: sangre, inconsciencia, hospital y cirugía. Y, por si no te acabas de creer que no tiene gracia alguna, también se puede leer (y sufrir) cómo el joven Erik cayó del árbol donde mantenía relaciones sexuales con su novia, rajándose el pene…
4. La rotura del frenillo
Es una de las lesiones más comunes del miembro viril y, evidentemente, una de las más buscadas en la Red. El frenillo del pene es un pliegue de la piel que se encuentra bajo el glande. Este es normalmente muy fino y sensible al movimiento, y puede desgarrarse en el acto sexual, e incluso durante la masturbación. El hombre debe valorar qué fuerza y/o presión puede permitirse en estos casos para evitar que se rompa. Y, como la rotura puede acompañarle toda la vida en forma de herida abierta, también debe contemplarse la posibilidad de operarlo –a cualquier edad. Para ser claros, si se nota tensión e hinchazón en la zona, durante o al final del acto sexual, lo mejor es ir al urólogo y preguntarle si es necesaria una intervención médica. Si así fuera, no te preocupes, tan sólo son unos puntos que caerán aproximadamente en dos meses, y dejarán a tu pene libre de esta molestia para el resto de tu vida.
5. Lesiones por ingesta de fármacos
Abusar de supuestos afrodisiacos o medicamentos prescritos para la impotencia, que coadyuven a generar erecciones o, simplemente, no tomarlos en la forma y medida que el médico te ha recomendado puede hacer que el pene se gangrene y, como última consecuencia, tenga que ser amputado. Y, como no queremos que esto suceda, nos ponemos serios para dejarte claro que ¡esto no es un mito!