El único fruto del amor es la banana, es la banana…
Tranquilos, no me he vuelto loca ni mucho menos me ha picado bicho alguno, en especial, el protagonista de este escueto artículo.
La araña «bananera» o errante del banano (Phoneutria nigriventer) dice ser una de las más peligrosas, y no tan solo por su tamaño (es habitual que su cuerpo oscile entre los tres y cinco centímetros y, junto a las patas, puede alcanzar los quince centímetros) o por su asombrosa velocidad (capaz de alcanzar hasta los 40 km/h), sino más bien por su veneno, el cual produce desde un edema doloroso/ardiente localizado en la zona de la mordedura, problemas respiratorios, salivación excesiva a la par que sudoración, contracciones y convulsiones, rigidez muscular, taquicardia, parálisis e hipertensión… hasta priapismo.
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Anualmente, se contabilizan numerosos casos de campesinos trabajadores de aquellas plantaciones de banana o plátano de Sudamérica (sobre todo, en la región amazónica) que son atendidos por erecciones dolorosas que duran horas y horas, y que, de no ser intervenidas a tiempo, podrían suponer la impotencia del sujeto. La toxina PnTx2-6, presente en la mencionada ponzoña, es la responsable de que los vasos cavernosos del pene se colmen de sangre y dejen el glande mórbido, hecho que desencadena, como ya he comentado, un recalcitrante dolor. Por descontado, existe un antídoto y, en principio, si el individuo no padece enfermedades o su edad es muy avanzada (o lo contrario), el cuadro no debería acabar en muerte.
Volviendo a lo enhiesto del asunto, en el mundo, un alto porcentaje de varones sufren de disfunción eréctil y, a pesar de que fármacos como Viagra, Stendra, Cialis o Levitra han revolucionado la vida sexual de muchos, conllevan efectos secundarios que, en ocasiones, comportan la nula obtención de placer. Cabe destacar otros métodos, los cuales implican inyecciones en el área o bombeo de sangre, entre otros, así que diversos investigadores llevan años trabajando con el objetivo de desarrollar un fármaco cuya raíz sea el veneno de la citada araña. Este actúa en la base cerebral encargada de la excitación, por ello, de hallarse el péptido adecuado, entrañaría que se convirtiera en un tratamiento eficaz y, supuestamente, libre de efectos adversos. Pero ¿y qué hay de aquellos pacientes de riesgo?
Los autores de un estudio publicado en el The Journal of Sexual Medicine, sintetizaron en laboratorio el péptido pNPP-19 y ejecutaron el procedimiento experimental en modelos de rata y ratón (sanos y, a posteriori, aquejados de diabetes o hipertensión) mediante inoculación y por vía cutánea en formato crema, y resultaron exitosos, a excepción de la aplicación tópica, puesto que solo el 10% de la cantidad penetró en la piel, lo que hacía imprescindible aumentar la dosis. Inclusive, se ha llegado a aseverar que el tratamiento también sería válido para las féminas porque estimularía el clítoris, así como hace en el pene, para derivar en la ansiada erección. Como guinda, se añadió una prueba más: los científicos combinaron el pNPP-19 junto a sildenafilo (Viagra) y lograron potenciar el impacto farmacológico, de nuevo, sin efectos secundarios.
Si bien todavía queda por investigar, quizá, al fin y al cabo, la «cura» contra la disfunción eréctil sea, a lo tonto, cosa de arácnidos bananeros.
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