BDSM

Sexo consensuado: La importancia de la comunicación asertiva en el BDSM

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La comunicación, pilar de cualquier relación (incluyendo las sexuales), cobra una especial importancia en el BDSM ya que muchas de sus prácticas conllevan un riesgo. Por ello, las reglas inquebrantables de este (en realidad, de cualquier práctica sexual) son sexo sano, seguro y consensuado; y para que haya consenso, debe existir comunicación efectiva.

El consentimiento

Como explica Felina, profesional de la Psicología Clínica y practicante del BDSM en el número 2 de Cuadernos de BDSM titulado El lado oscuro del BDSM: Las relaciones destructivas, la principal diferencia entre una relación BDSM y una de maltrato es que, en la primera, «ambas partes aceptan realizar algunas prácticas raras porque les gusta y les excita. Hay límites, hay diálogo, hay negociación y hay formas de parar a tiempo, cosas que nunca admite un maltratador».

Por lo tanto, todas las prácticas que se disfruten en una sesión BDSM, incluyendo la violencia, deben ser voluntarias, acordadas (consensuadas),  pactadas de antemano y ejercidas durante un tiempo limitado y de un modo concreto, con el objetivo de disfrutar de ellas. Para que nos entendamos, esos juegos (cera, spanking, bondage, humillación verbal, privación sensorial, etc.) son como los actos de una obra de teatro. Ambos amantes asumen unos papeles, los ejecutan y los disfrutan durante la duración de la obra.  Obviamente, no es tan rígido como un libreto o un guión, pero es necesario marcar muy bien los papeles y los límites para no sufrir abusos en manos de personas sin escrúpulos. ¿Cómo hacerlo?

¿Qué es lo que deseas?

Ante todo, ¿qué es lo que deseas? Identifica qué es lo que realmente quieres  y qué te motiva a hacerlo. ¿Quieres experimentar? ¿Cumplir una fantasía? ¿Satisfacer a tu pareja? ¿Qué esperas de  la sesión? ¿Seguridad? ¿Riesgo? ¿Diversión? ¿Identidad? ¿Cariño? ¿Lo deseas realmente o te están presionando? Una vez que lo tengas claro, debes comunicárselo a tu amante. Puede que te atormente alguno de los motivos por los que no solemos decir lo que deseamos: creer que el otro debe intuirlo, miedo al rechazo, miedo a lastimar al otro y miedo a no saber cómo expresarnos. Deséchalos. En primer lugar, no somos adivinos y aunque el lenguaje no verbal es tan importante como el verbal, no tiene por qué captarlo. En segundo lugar, ¿qué tipo de relación sana mantienes si debes ocultar una parte de ti mismo? ¿Te compensa vivir bajo una máscara? Finalmente, si temes herir y/o no saber cómo expresarte, recurre a la mejor técnica de comunicación que existe: la asertiva.

Comunicación asertiva

Podemos definir la comunicación asertiva como aquella en la que expresas tus pensamientos, sentimientos y necesidades de un modo directo, equilibrado y sincero, mostrando al mismo tiempo empatía y respeto con lo que la otra persona piensa, siente y necesita; sin juzgar, sin culpabilizar, responsabilizándote de lo que sientes y deseas, y permitiendo que la otra persona haga lo mismo. El fin de esta comunicación no es salirte con la tuya ni convencer al otro (ni mucho menos forzarle), sino lograr que te comprenda, comprenderle y llegar a un acuerdo en el que los dos salgáis beneficiados.

Para que la comunicación sea realmente asertiva, es necesario que seas empático; es decir, debes ponerte en la piel del otro, entender que tiene sus propios deseos y motivaciones, y permitir que se exprese con la misma libertad y respeto que demandas tú, sin caer en juicios morales, críticas negativas ni presuposiciones.

Cuando habléis,  dile de una manera clara, precisa, directa y respetuosa (no confundas sinceridad con dureza, eso déjaselo a personajes tóxicos como House) qué es lo que deseas y lo que no, qué sientes o has sentido en una determinada sesión o con una práctica concreta, qué esperas con la siguiente. Luego, permite que haga lo mismo, mostrando empatía en todo momento.

Una vez que lo tengáis claro, marcad las pautas del juego y sus límites con la misma asertividad, empatía y respeto. Sin forzar. Sin tensar la cuerda. Un no es un NO. ¿De acuerdo?

¿Qué es lo que NUNCA debes aceptar?

Debes grabarte a fuego esto: el BDSM (en realidad, cualquier relación sexual) es un espacio en el que experimentar, jugar y explorar los límites; al hacerlo debemos sentirnos felices, equilibrados y libres. Si la otra persona te obliga directa o indirectamente a hacer algo (o seguir haciéndolo) que te incomoda o te lastima emocionalmente, no es BDSM: es abuso.

Es más, incluso habiendo pactado los límites puede ocurrir que a mitad de una sesión no quieras continuar y nadie, NADIE, tiene derecho a obligarte. Esa es la clave de la palabra de seguridad, es un ¡PARA!, es un NO. Y un NO es un NO.

Nunca aceptes nada que te perturbe, resulte incómodo o te haga sentir mal contigo mismo. Sé firme en eso. No cedas si tu amante te presiona  del modo que sea, incluyendo el silencio como castigo para que dejes de sacar el tema, el chantaje emocional y la manipulación. Frases como «No eres buen amo/sumiso si no lo haces», «Tienes que obedecerme», «Si no quieres es porque no me quieres a mí», «No te has enterado de que el BDSM es romper los límites», «Si no aceptas, encontraré a otro que sí» y otras similares están cargadas de manipulación psicológica presidida por la culpa, la humillación y el miedo. Si no respeta tus límites, no te respeta a ti. Tenlo claro.

¿Que si no accedes va a buscarse a otra persona que esté a su altura porque tú no lo estás? ¿En serio? Bueno, la verdad es que tiene razón. No estás a su altura, porque si lo que busca es a alguien a quien dominar, forzar, obligar, humillar y lastimar, tú no has caído tan bajo. Nadie debería.

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